¡Que dulce es la confusión que siento!
En una espesa niebla, me hallo inmersa,
que no da paso, ni siquiera, al viento,
solo, esa niebla, conmigo conversa.
Me habla, tan quedo, como tú me hablabas
y me acaricia como tú lo hacías.
De esta manera, te comunicabas,
cuando, con ilusión, a mí venías.
No quiero analizar lo que pasó,
pues, no pretendo hallar ningún culpable.
Nada queda de aquello, se esfumó,
pero, este vago sueño, es agradable.
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