Esta inactividad, me descompone,
me abruma, con su calma y con su tedio,
me recuerda, un castillo, en un asedio,
sin actuar, hasta que el sol se pone,
esperando, desde que nace el día,
a que la oscuridad le sea propicia:
hora, tras hora, espera la milicia.
inmóvil y pendiente del vigía.
La misma sensación experimento.
Las horas, se suceden, lentamente,
los minutos y las horas, cuento.
La actividad prefiero, doblemente.
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