Una noche, de verano,
la luna, se reflejaba
en el mar y ,yo temblaba,
al rozarme, con tu mano,
el rostro y acariciarme.
Recuerdo, con precisión,
aquel mágico momento,
que, transcurriendo, tan lento,
dio impulso a mi corazón,
para, con fuerza, acercarme
a tu boca, prontamente.
Desde entonces, aquel beso,
me persigue y no ceso,
siempre, muy frecuentemente,
con placer, a recordarlo.
Jamás, he vuelto a besar,
como, entonces, te besé;
fue una magia, un no se qué,
la que me impulsara a dar,
todo mi amor y guardarlo.
Mientras viva, te amaré,
gracias al beso, divino,
que condujese mi sino,
hacia el mundo que soñé.
Día, tras día, perdura,
dentro de mi pensamiento,
tu voz, serena, pausada,
de aquella noche, estrellada.
La luna, el mar, el momento,
jamás, jamás, morirá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario