Pienso, que mi larga vida,
ahondó en mis sentimientos
y éstos, tienen tal cabida,
que desbordan sus cimientos.
Tantos, tantos, se acumulan,
en tropel, todos mezclados,
que, en mi recuerdo pululan
y deben ser aclarados:
Están, llenos de añoranza,
de esa tristeza, infinita,
que sostiene la templanza,
con una paz, infinita.
Amé mucho, intensamente
y disfruté de ese amor.
También, sufrí, largamente
y fue inmenso mi dolor.
Y la balanza, se inclina,
sin dudarlo, claramente,
hacia la pena,mezquina,
que emponzoñara mi mente.
Largos días, perseguida,
por su lacra, su veneno,
hundió mi alma, mi vida,
sin compasión, en el cieno.
Supe, lo que era llorar,
lo que ofende la traición,
en el lenguaje de amar,
la falta de comprensión.
Todo lo di, no me pesa,
mi corazón lo ordenaba
y, sin querer, me vi presa,
en el círculo que amaba.
Salí de él, desconsolada,
pero, me enseñó a vivir.
primero, desorientada,
no sabiendo a donde ir,
Más tarde, ya, me orienté,
para seguir mi camino
y, con fuerza, caminé,
hacia un mejor destino.
Recuperé la alegría
y encontré nuevos amores,
mas, no amé como quería,
quizá, porque los temores,
de no ser correspondida,
me frenaban y no era
la amante apetecida.
Después, de larga andadura,
hoy, me siento realizada,
mi felicidad, perdura,
aunque, no esté enamorada.
No vibro, como vibraba,
vivo, en la paz y en la calma,
pero, amar, ya, como amaba,
no me lo permite el alma.
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