Es tu mala educación,
tan patente y acusada,
que se impone corrección,
si no, serás desgraciada.
Tu manera de actuar,
francamente, reprobable,
se compagina, a la par,
con tu decir, nada amable.
Difícilmente, se hallan
defectos tan bien unidos.
Todos los dones, te faltan,
no te han sido concedidos.
¿De qué sirve tu belleza,
si tus pupilas carecen,
de brillo y de nobleza,
que, mucho, te desmerecen?
Jamás, sale de tu boca,
ninguna palabra amable.
Yo, te comparo a una roca,
por ser dura, indeformable.
De cara al exterior,
intentas ser diferente,
miras a tu alrededor,
intimidando a la gente.
Pero, a la larga, fracasas;
no puedes disimular,
o no llegas, o te pasas,
en tu forma de engañar.
Tu esfuerzo, debiera ser,
dirigido hacia otro lado.
No puede prevalecer,
porque nació, ya, frustrado.
Lo único a valorar,
sería tu arrepentimiento
y tu esfuerzo por cambiar.
Todo lo demás, es cuento.
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