domingo, 27 de julio de 2014

A mi padre.

Sé que ya estás muy viejo y muy cansado,
que hacia el final tu cuerpo se desliza,
que por los años y lo que has dado,
tu epílogo de vida, finaliza.
Por ser el padre más bueno del mundo,
te erigiré, en mi pecho, un gran altar.
De obras buenas, has sido tan fecundo,
que dudo que te quede algo por dar.
Y me siento feliz y muy dichosa,
de saber que tú me has dado el ser,
que quisiera heredar tu alma piadosa,
para a tu imagen poderme parecer.
De todas las maneras, tengo suerte,
aunque, a ti, me parezca solo en parte,
por el tiempo que he podido tenerte
y gritar orgullosa: ¡ES MI PADRE!

No hay comentarios:

Publicar un comentario