sábado, 12 de julio de 2014

Mancillar.

No escondas tu cobardía,
sabiendo que eres cobarde.
Espero que llegue el día,
quiera Dios, que no sea tarde,
que llegues a concienciarte,
de que no vale la pena,
vivir para condenarte,
de tu execrable faena.
Piensa en el daño que has hecho,
que, aún, puede remediarse,
pero, ella tiene derecho
a culparte y enfadarse.
Todo depende de obrar
con valentía y sensatez,
debiendo considerar,
aunque sea por una vez,
que lo hiciste a conciencia,
sabiendo que la herirías
y diste la preferencia
a la acción, que no debías,
jamás, haber realizado,
porque no la merecía.
Hoy, sufres por tu pecado,
por no saber que sería
un "bumerang" a tu acción,
hiriendo y recibiendo
pesares y aflicción,
que los estás mereciendo.
Ha llegado, ya, la hora,
de que le implores perdón
y, como ella te adora,
diría yo, con devoción,
podrías recuperarla,
prometiendo no volver,
nunca más, a mancillarla.
Es lo que se impone hacer.


No hay comentarios:

Publicar un comentario