sábado, 19 de julio de 2014

Tus verdes ojos.

Fui a ti, con alegría,
para celebrar tu santo
y vi tu mirada fría,
quizá, más que ningún día
y triste, casi llorando.

Tus verdes ojos, queridos,
al verlos tan apagados,
me parecieron henchidos
de lágrimas, compungidos,
a mis miradas, cerrados.

¿Por qué esa tristeza inmensa
embarga toda tu alma?
¿Por qué esa actitud tan tensa?
¿Qué es lo que tu mente piensa?
¿Qué es lo que turba tu calma?

¿Acaso, puedes pensar
que me distancio de ti?
Iluso, debes dejar
esas ideas atrás,
pues, me entristecen a mí.

En todo, estoy a tu lado,
anótalo en tu memoria,
tu tristeza se ha acabado,
dí que estás equivocado,
que estás respirando euforia.

Y cuando sufras, que sea
por causa justificada,
no porque tu mente vea
fantasmas, que abriga y crea,
por sentirse enamorada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario