Contemplé la luna, anoche,
hermosa, resplandeciente
y, lanzándole un reproche,
acaso, indebidamente,
los ojos se me nublaron
y, sin poder evitar,
por mi cara, resbalaron
lágrimas, por mi pesar.
Por no tenerte a mi lado,
como en tantas ocasiones,
la culpé, con desenfado,
sin atender a razones.
Le dije, que no debía,
por haberla amado tanto,
brillar como ella lo hacía,.
sin piedad hacia mi llanto.
Y, por respeto hacia tí,
debiera haber reflejado
la tristeza que hay en mí,
con un eclipse adecuado.
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