sábado, 26 de octubre de 2013

Charla

Me miraste y te miré.
Me dijiste ¿Qué hora es?
Una sonrisa esbocé
y te contesté, las tres.
Así empezamos a hablar,
de supérfluas variedades:
de la montaña, del mar,
simplemente, nimiedades.
Nuestra charla, interrumpimos,
por un momento, los dos,
continuar, no supimos
y nos dijimos adiós.
Pero, enseguida, volviste,
a preguntar  no sé qué,
con el semblante muy triste
y no sé que contesté.
Tú querías conversación
y, nuevamente, empezamos
a hablar y, en esta ocasión,
de temas que cotejamos,
con la amistad y el amor.
Quisiste saber mi edad,
mi nombre y, con gran dolor,
me hablaste de soledad.
Yo te ofrecí compañía
y, enseguida, la aceptaste.
Así, un día y otro día,
mi corazón conquistaste.

   

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