Cuando el viento me daña los oídos,
se estremece mi cuerpo, fuertemente,
y el sudor, frío, fluye por mi frente,
al rozar con, su furia, mis tejidos.
Sin quererlo, se enervan mis sentidos
y me siento intranquila, enormemente,,
tanto, que se congela hasta mi mente,
por alterar mis nervios los silbidos.
Por la mezcla de miedo e impotencia,
me refugio en el rezo, en la esperanza.
me digo, interiormente, ten paciencia.
que se acerca el final y la bonanza,
vencerá, por completo, tu dolencia
y ofrecerás a Dios, una alabanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario