Me relaja, enormemente,
al óleo poder pintar.
Me distrae y, solo, la mente
piensa en el arte de aunar
colores, para ambientar,
en el lienzo, bodegones,
flores y, sin despreciar,
retratos, que, en ocasiones,
me salen pésimamente.
Debo aprender a estudiar
las arrugas de la frente
y el rictus, si quiero dar,
sobre todo, la expresión
al rostro, que es primordial
y, de la mirada, un don
de la pintura, especial
y de ese don yo carezco.
El arte, no´lo estudié,
por lo tanto, no merezco
que un notable se me de,
a la obra que realizo,
con mucho, un aprobado.
pues, no bien materializo
la visión que yo he grabado
en mi retina, aunque intento
que sea lo más parecida
a la realidad y me siento
altamente agradecida
a Dios, por haberme dado
esa agradable pasión
y aprovechar lo otorgado,
con suma dedicación.
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