Tú, contemplabas, conmigo, el mar,
su blanca espuma, embelesado;
igual que un niño, solías jugar,
alegre, siempre e. ilusionado.
Yo, te veía joven y fuerte,
lleno de vida, tan arrogante,
que era dichosa, solo con verte
y de sentirte tan fiel amante.
Adivinabas mis pensamientos,
si tu mirada en mi se clavaba.
Al contemplarnos, siempre contentos,
nuestra alegría se contagiaba.
Si estaba triste, me consolabas
y compartías mi sufrimiento.
Si yo lloraba, también, llorabas,
pues, mi lamento era tu lamento.
Todo, en la vida, lo compartimos,
del mismo modo, por un igual.
Juntos lloramos, juntos reímos,
sin que previéramos este final.
1 comentario:
Hola, vengo a conocer tu blog, Espero seguir pasando. Tambien te invito a que conozcas el mío, quizá allá encuentres algo que te guste.
Saludos,
Jacob
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