Amé al sol y dejé que me amara.
Largas horas pasé en su compañía,
esperé su salida, día, a día,
para que, con su luz, me acariciara.
Me besaba en el cuerpo y en la cara,
con gran pasión y yo lo consentía,
jamás pensé que me traicionaría,
que ensuciara mi piel, que me enfermara.
Hoy, sé, muy bien, que debo de alejarme
de sus rayos, que tanto me marcaron.
Aléjate de mí, deja de amarme.
Pues, tus funestos lazos, destrozaron
un idilio, que llegó a obsesionarme,
del que, tus malas artes, me apartaron.
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