Siento una paz infinita,
cuando estoy mirando al mar,
tranquilo o cuando se agita,
siempre, me mueve a admirar
sus colores tan hermosos,
en sus tonos diferentes:
grises, azules, verdosos,
todos tan resplandecientes,
que iluminan mis sentidos
y reconfortan mi alma,
devolviendo a mis latidos
una merecida calma
y, si al horizonte miro,
y veo como besa el cielo
al mar, esbozo un suspiro,
que me sirve de consuelo,
a mi tristeza, a mis penas,
resplandece mi mirada
y la sangre, por mis venas,
fluye despacio, pausada.
Bendigo a Dios, que ha creado,
con su poder y destreza,
un mundo, que está plagado,
de indiscutible belleza.
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