Me rindo ante la risa de los niños,
lo mismo, que ante el trino de las aves
y ante el suave perfume de las rosas,
porque envueltas están, por su embeleso,
en todo lo que es puro y natural.
Como el olor que deja, en los sembrados,
la lluvia, cuando cae, pausadamente,.
Igual que el, policromo, arco iris,
que ensancha las pupilas, al mirarlo.
Sobrecoge el relámpago y el trueno,
sensaciones sutiles, o estruendosas.
Todas ellas, cargadas de misterio,
envueltas en la magia que despide:
la pureza, que se esconde en la vida
y que emana de tantas otras cosas,
difícil de citarlas, una, a una.
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