Si sientes una fuerte antipatía,
por algo injusto, que se desarrolla,
en derredor de ti y que te arrolla,
es rebeldía.
Si consideras que ha llegado el día,
que debes resistirte a dar un paso,
que no debes de dar, en ningún caso,
es rebeldía.
Si abusan de tu normal cortesía,
te crean, sin cesar, obligaciones
y te debates por esas cuestiones,
es rebeldía.
Si problemas tienes, en demasía,
que te abruman, extraordinariamente
y rechaza, enérgica, tu mente,
es rebeldía.
Si la pena supera a la alegría,
marcando un desnivel, muy acusado,
que te deja molesto y consternado,
es rebeldía.
Si tu quehacer, normalmente, te hastía,
porque, acaso, no está bien ordenado
o, simplemente, es exagerado,
es rebeldía.
Si se apodera la melancolía,
de lo que fue felicidad y amor
y te abandonas, sin lucha, al dolor,
es rebeldía.
Si en el amor, descubres cobardía,
comodidad y exceso de egoísmo
y te excitas por ese egocentrismo,
es rebeldía.
Cualquiera desviación o anomalía,
considerada injusta, irrazonable,
que se aleja de solución viable,
es rebeldía.
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