Aunque no tengo argumentos,
para cantar al amor,
pues, yo, en estos momentos,
ya no soy lozana flor,
ante su poder me inclino
y he de rendir homenaje,
a su rey, el gran Cupido,
lo demás, sería un ultraje.
Todos, somos, más o menos,
conscientes de su importancia
y, a la sazón, entendemos,
sobre todo, su arrogancia.
¿Quién, no quiere conocerlo?
¿Quien, no emplea diligencia,
para recibirlo y verlo,
con la mayor impaciencia?
Si no lo tienes, lo buscas,
si lo encuentras, lo reservas
y, si lo pierdes, te ofuscas,
porque ya no lo conservas.
Sin embargo, alguien existe,
que, jamás lo conoció.
Si en su búsqueda persiste,
¿Acaso, ya lo encontró?
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