domingo, 12 de enero de 2014

El pasado.

No se puede comparar,
lo que se siente y sintió
y no intentes descifrar,
la clase y la intensidad,
de lo que ya se alejó.
El sentimiento, pasado,
el tiempo lo desvirtúa,
la mente, lo ha reformado,
con arreglo a cada estado
y, según él, lo sitúa.
Se amplifican las versiones,
con harta facilidad,
ya no cuentan las pasiones
y analizas las cuestiones,
con una cierta frialdad.
Es más cómodo, escoger,
siempre y en cada momento,
lo que, a nuestro parecer,
le gustaría más creer,
porque necesita aliento.
Y, así, vamos transformando,
lenta y paulatinamente,
en alegría, nuestro llanto
y nos vamos alejando,
de la verdad, realmente.
Lo que vale, es el presente,
pues, no puedes moldear,
lo que, con fuerza, se siente,
ni presionar a la mene,
que no se deja engañar.

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