Me preocupa, el misterio que se esconde,
cuando el alma se extingue, se nos va.
Impaciente, pregunto, hacia dónde,
ese soplo divino, viajará.
Si todo lo terreno es transformable
y sigue su destino en otro estado,
ansiosa, se me ocurre, si es posible
que siga deambulando a nuestro lado.
Si, invisible, nos escucha al hablar
y, en silencio, con nosotros, palpita,
sin poder, ni un murmullo, susurrar.
¿Dónde está su mansión, en donde habita?
¡Insondable misterio, a descifrar,
que, a meditar, largas horas, me invita!
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