sábado, 4 de enero de 2014

Rosa, de papel.

Era una rosa, encendida,
al rubor muy parecida,
de papel,
que confeccionó la mano,
de un artista, un artesano,
para él.
La más preciada fortuna,
hermosa,  como ninguna,
sin igual,
más bella que otra cualquiera,
a pesar, de que no fuera,
natural.
A su lado, la dejaba,
la miraba y contemplaba,
sin cesar,
Se sentía orgulloso,
de su obra y receloso,
al pensar,
que se deshojase un día,
por la humedad que existía,
en su hogar.
Lo que fue felicidad,
le producía ansiedad
y pesar.
Su excesiva precaución,
se convirtió en obsesión
y enfermó.
Fue, entonces, cuando la rosa,
desconsolada, llorosa,
pereció.

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