A papá, el otro día,
en la reunión que tuvimos,
donde tu ausencia sentimos,
le dediqué una poesía.
En ella, hacía resaltar
muchas de sus cualidades,
sus costumbres, facultades,
que eran dignas de
alabar.
Hoy, considero un deber
otra poesía dedicarte
y, de esta forma, loarte.
¡Para mí será un placer!
Pues recordaré, añorada,
muchos pasajes vividos
en casa, todos reunidos
y de una paz envidiada.
En donde a ti te encontraba
llena de gracia y belleza,
con una naturaleza
que de encantos rebosaba
A lo largo de la vida,
el tiempo no destruyó
tu sencillez, tu candor,
pues te halló muy protegida.
Era tanta tu nobleza,
tu buena fe, abnegación
y tu gran resignación,
que inyectabas fortaleza
y poseías un gran don
en inquietudes calmar,
pues sabías, muy bien, pulsar
las cuerdas del corazón.
Justamente, te llamaban
“Mediadora de la paz”
pues muy bien sabías mediar
en lo que a ti te encargaban.
Hoy te pido, madre mía,
que, si puedes, por mí medies,
me ilumines y remedies
mi caminar, día a día.
mi caminar, día a día.
Juanita Orellana.Barcelona,1973
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