Dulce palabra es hogar,
para los que disfrutamos
de esa paz y bienestar,
que en otra parte no hallamos.
Sea humilde o majestuoso
siempre, a nuestro parecer,
será, sin dudarlo, hermoso
y nos da miedo perder.
Secretos,
intimidades
y un sin fin de vivencias,
aunque sean nimiedades,
guardamos en la conciencia.
Cualquier cosa es importante,
para hacernos recordar,
un pasaje, un instante
que quisimos perpetuar.
Si de él nos alejamos,
siempre pensamos volver
y a esa idea nos aferramos,
con entusiasmo y placer.
Hay seres que, tristemente,
no pudieron conseguir
ese hogar mas que en su mente
y en la indigencia vivir.
Un derecho ineludible,
sin duda, debiera ser
y que lo hicieran posible
las leyes, a mi entender.
las leyes, a mi entender.
Juanita Orellana,Barcelona,1950.
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