viernes, 9 de agosto de 2013

Belleza


Se debe de enaltecer, 

por su innegable belleza,
el cielo, al atardecer,
la propia naturaleza.
Nos ofrece esa visión
majestuosa, increíble,
digna de una religión,
plena de fe, indiscutible.
Sus varias tonalidades,
fuertes o difuminadas,
lo llenan de cualidades
que deben ser apreciadas.
Si se esconde el sol radiante
nos ofrece un panorama
muy rojizo y deslumbrante.
espléndido. en su gama
y si el cielo está nublado,
con tonos blancos y rojos,
ofrece un combinado
radiante a nuestros ojos.
Sea cual sea su color,
nuestra retina agradece
y nos recuerda el albor
del día cuando amanece.

Juanita Orellana,Barcelona,1987.

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